Desde una sencilla, amarilla y mustria flor de diente de león hasta pequeñas y púrpuras orquídeas se pueden encontrar por estos días aquí en Seúl; y por toda la Península.
Las calles citadinas, llenas de edificios, se adornan con diminutos destellos de colores, como pinceladas de un cuadro, en tonos rosados que van desde el casi blanco hasta el rosa intenso. También, el gobierno de la ciudad se ha encargado de sembrar, en muchas de las jardineras de la ciudad, pequeñas plantas con flores de muchos tipos y de variados colores: pensamientos, amapolas, crisantemos, narcisos, azaleas, etc.
Los árboles con sus ramas negras o apenas cafés de tanto invierno se adornan con cargados ramilletes; el marco perfecto para resaltar el bello espectáculo de una primavera florida.
Por su parte, la tierra, robándole hasta la más mínima grieta al pavimento, nos regala sus florecitas silvestres, pequeñas, pero no por ello menos hermosas.
Otra lluvia
En los cerezos está el más clásico y bello espectáculo de las primaveras coreanas y, con el viento de estos días hay "otra lluvia", una de pétalos que flotan un rato por el aire y luego caen para tapizar el asfalto ¡Cómo me recuerda esta temporada a las jacarandas que en México son típicas también de la primavera!
Así se pinta esta primavera en Corea, que por cierto, parece que no quería dejar que se fuera el frío.